Creciendo sin prisas digitales: infancia, adolescencia, móviles y autorregulación

En nuestra comunidad educativa vemos cómo uno de los grandes retos de las familias y de los entornos escolares es el uso abusivo de pantallas entre la infancia y la adolescencia. Este asunto no es solo una cuestión de tiempo frente al dispositivo, sino también de desarrollo emocional, cognitivo y social. Para ello vamos a comentar en esta entrada algunos de los efectos que tienen el uso de las pantallas en las diferentes etapas de nuestros alumnos.

Edad temprana

En los primeros años de vida (infancia temprana y primeros ciclos de primaria) el cerebro está en plena construcción: conexiones neuronales, regulación emocional, atención sostenida, juego simbólico, interacción social… Cuando las pantallas ocupan buena parte del tiempo libre o se usan sin supervisión o criterio, pueden aparecer consecuencias como:

  • menor capacidad de atención sostenida, ya que los estímulos de las pantallas suelen ser cambiantes y rápidos, dificultando que el niño aprenda a sostenerse en una sola tarea.
  • una mayor impulsividad o excitación, pareciendo a veces “hiperactivo”, pero que no es hiperactividad en el sentido clínico, sino sobre-estimulación, menor capacidad de autorregulación y mayor dificultad para calmarse.
  •  una menor tolerancia a la frustración: cuando todo estímulo es inmediato, el niño se habitúa a recibir “recompensas” rápidas (juego, vídeo, app) y se frustra ante tareas más lentas o habituales.
  • existen menos oportunidades para el juego libre, el aburrimiento, la exploración autónoma: procesos fundamentales para la autorregulación, la creatividad, la resiliencia. Por ejemplo, en la web de Infancia en Positivo se comenta que: “Cuando un niño rellena constantemente sus huecos de tiempo con pantallas, está perdiendo valiosas oportunidades para practicar y fortalecer funciones esenciales a través del juego libre, la resolución de problemas o la interacción social en el mundo real.” 
  • también puede afectar al sueño (por la luz azul, por la activación), al lenguaje, a la motricidad fina y gruesa, al vínculo con los adultos.

 Un ejemplo rápido que podemos ver ahora en varias webs es el estudio del Dr. Winterstein Los dibujos que aparecen en la parte superior han sido realizados por niños de entre 5 y 6 años que pasan menos de 1 hora al día viendo el televisor; las de la parte inferior han sido realizados por niños de la misma edad que, sin embargo, pasan más de 3 horas al día viendo el televisor. El estudio concluyó que el tiempo de consumo diario de pantallas afecta directamente a la creatividad y al desarrollo grafomotriz de los niños. 

Aquí tenéis los dibujos

Adolescencia

En la adolescencia el problema no es menor, el uso intensivo de pantallas puede fomentar:

  • dependencia digital, mayor consumo de redes, juegos, contenidos rápidos, con lo que la capacidad de espera, reflexión, profundidad y conversación puede verse mermada.
  • menor tolerancia a la frustración: si los adolescentes están habituados a recibir “feedback” inmediato (likes, mensajes, juegos), pueden presentar más dificultad para gestionar el fracaso, los esperas, lo monótono.
  • mayor inquietud: la necesidad de estímulos constantes, saltos de aplicación en aplicación, multitarea digital, puede parecer hiperactividad, pero en realidad es dispersión, sobre-estimulación, déficit de concentración.
  • problemas de sueño, de descanso, de regulación emocional, de salud mental. Las pantallas interfieren en la atención de los padres y los niños, y “lo ideal sería que, al llegar a casa, toda la familia dejara los teléfonos en un cajón” 

¿Móvil en primaria o esperar?

La recomendación clara es esperar lo más posible antes de dar un móvil personal al niño, y en primaria valorar muy críticamente su necesidad. ¿Por qué?

Porque esa edad la autonomía todavía está en desarrollo, la autorregulación también, y el móvil introduce muchas nuevas demandas: sociales, de gestión del tiempo, de autocontrol. No hay justificación pedagógica para el uso de pantallas en Infantil y los primeros años de Primaria. Lo que deben aprender a estas edades es manipular, explorar, moverse, jugar sin mediación digital.

En primaria puede priorizarse otro tipo de dispositivos o herramientas (tableta compartida, uso regulado en casa bajo supervisión), antes de un móvil personal. Cuando se da el móvil: que sea con normas claras, acompañamiento, diálogo sobre su uso, implicación de la familia, espacios sin móvil, horarios definidos. Vincular el uso de pantallas al comportamiento puede aumentar su valor emocional. En lugar de decir ‘si te portas bien puedes usar la tablet’ ofrecemos alternativas que no dependan de su conducta.
Por tanto, en primaria lo más recomendable es posponer el móvil personal, centrarse en otros medios, y en la adolescencia —cuando el niño ya ha adquirido mayor autonomía, responsabilidad, reflexión— valorar darlo, pero siempre en un marco educativo, acompañando y negociando los límites.

Aburrimiento: ¿un aliado inesperado?

“Es una creencia popular, pero el aburrimiento NO es algo negativo que hay que evitar a toda costa.” Puede parecer paradójico, pero el aburrimiento es clave en el desarrollo saludable de los niños y adolescentes. En una crianza responsable entendemos que el aburrimiento estimula la creatividad, la iniciativa, la resolución de conflictos propios (“¿y ahora qué hago?”) y favorece que el niño busque dentro de sí recursos y actividades. Si el aburrimiento se elimina mediante pantallas o estímulos constantemente, los niños no aprenden a estar consigo mismos, a generar sus propios juegos, a tolerar la espera, a gestionar la frustración. Se debe facilitar ese tiempo de espera, ese “no pasa nada por estar aburrido”, acompañando sin sustituir con pantallas. Esto fortalece la tolerancia a la frustración y la autorregulación emocional. Por ello, en nuestra comunidad educativa se invita a las familias a abrazar esos momentos de pausa, de quietud, de iniciativa propia, como espacios ricos en desarrollo.

En conclusión, el uso excesivo de pantallas en la infancia y la adolescencia no es una moda pasajera: es un reto real para el desarrollo integral de nuestros alumnos y para el acompañamiento desde la familia y el centro educativo.
Como comunidad del Colegio Pureza de María tenemos la responsabilidad de reflexionar, acompañar y dar herramientas a las familias para que el uso digital sea consciente, equilibrado y al servicio del crecimiento humano, no al revés.

Invitamos a las familias del colegio a abrir el diálogo, a compartir experiencias, a construir juntos un pacto de convivencia digital familiar y escolar que respete la dignidad, el crecimiento y el bienestar de cada niño y niña. Aquí algunas ideas concretas para aplicar en casa:

-Establecer franjas sin pantallas: al llegar a casa, a la hora de la cena, antes de dormir. 

-Involucrar a los niños en el pacto de uso: cuándo, cuánto, ¿qué tipo de contenidos? Acorde con su edad, negociar. 

-No usar la pantalla como premio o castigo (“si haces esto, puedes ver…”), porque se vincula al valor emocional y reduce la autorregulación. 

-Favorecer el juego libre, el aburrimiento creativo: tener tiempos sin programar, sin pantallas, en los que los niños puedan proponer, imaginar.

-Ser modelos: los adultos también pueden hacer pausas de pantallas, mostrar que se puede estar sin móvil, sin distracción, para que los niños lo vean.

-Si se pone un móvil en la adolescencia, negociar: reglas claras, espacios sin uso, conversación sobre contenidos, supervisión afectiva.Gracias por acompañar este camino hacia una educación más humana, más atenta, más consciente.


Porque educar es acompañar, y acompañar es cuidar.

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